La autoestima según el diccionario de la real academia de la lengua: “Es la valoración generalmente positiva de uno mismo”, hoy día tiene que ver más que una valoración, entra en juego nuestra percepción, pensamientos, emociones, sentimientos, comportamientos que tienen que ver con nuestra forma de actuar y de cómo nos vemos a nosotros mismos.
En el tema anterior pudimos aprender cómo las familias tóxicas comúnmente son factores para afectar nuestra percepción de las cosas y por ende disminuir nuestra autoestima. Ya que esta se ve afectada por el amor que nos forjamos hacia nosotros mismo y por la búsqueda del reconocimiento de las personas que nos rodean, esto se transforma en una necesidad.
Cuando tu autoestima es baja sueles no apreciarte y tiendes a considerarte una persona sin valor alguno, sientes y piensas que lo que haces o lo que dices carece de valor y te llena de temores que se reflejan en inseguridad y en no querer conviví con las demás personas por miedo a que se burlen de ti o que te hagan menos que los demás.
Desde que somos pequeños hemos crecido en constante devaluación de nuestra imagen o de lo que somos, obligándonos a separarnos de nuestra esencia, poniéndonos máscaras y tomando acciones y actitudes que no corresponden a nuestro verdadero ser, con tal de agradar u obtener el aprecio y apapacho de las personas que están en nuestro círculo cercano, al no sanar nuestras heridas como el rechazo, la humillación y el abandono, tendemos a repetirlas de forma frecuente para reafirmarnos en lo que queremos olvidar.
Virginia Satir, en su libro “Nuevas relaciones humanas en el núcleo familiar”, nos cuenta de una anécdota de cuando era niña y vivía en Wisconsin, comenta que en su casa había una olla de hierro negro, con los costados redondeados y tres patas, cuenta que en algunas épocas su madre hacia su propio jabón y por lo tanto durante una parte del año, la olla estaba llena de esta hechura, cuando tenían trabajadores en verano, llenaban la olla de cocido, en otras ocasiones estaba llena de estiércol para los lechos de las flores de su mamá, con el tiempo la llamaron la olla de los “tres usos”, y cuando alguien la quería utilizar debía enfrentar dos integrantes: ¿De qué estaba llena la olla en ese momento? Y ¿qué tan llena estaba?, posteriormente cuando sus pacientes le hablaban de cómo se sentían, vacíos, sucios, rotos, su imagen iba a la antigua olla, por lo que nos recomienda la siguiente técnica para identificar cómo se encuentra nuestra autoestima:
En un momento durante el día identifica de que esta llena tu olla y repite la siguiente frase: “mi olla está llena hoy de…”, y compártelo con las personas que te rodeen para que te apoyen a seguir llenando la olla, de lo contrario habrá días en que puedes sentirte: “Con la olla vacía…” y las personas cercanas a ti, sabrán que deben acercarte para apoyarte en tu sentimiento en ese momento. Satir menciona que es más fácil hablar de la olla, al ser una palabra simple en este sentido, que a utilizar palabras profesionales para hablar de la palabra autoestima ya que en ocasiones su sonido suele ser estéril y carece de imágenes vivas. Hay que tener el valor para manifestar cómo se encuentra mi olla el día de hoy al grado de decir que se encuentra por los suelos por lo que es mejor de momento no dirigirnos la palabra.
Hoy puedes empezar a comunicarte con tus seres queridos e invitarlos a que te platiquen cómo se encuentra su olla el día de hoy, y generar un vinculo para estimular una olla llena o apoyo para sanar una olla rota o vacía.
La autoestima debe ser la capacidad de valorarte y tratarte con dignidad, amor y respeto, primero tu.
¿Y el día de hoy cómo está tu olla?
“Atrévete a Transformar tu cuerpo, mente y espíritu”
Gilberto Jiménez
Coach con PNL
Ahorita precisamente mi olla está arriba de la mitad, sí más de la mitad. Reconozco que por la mañana no fue así. Me agrada la forma en que se dio ésta explicación. De hecho he notado algunos cambios. Me felicito por continuar en éste grupo.
Tengo una pregunta. Tiempo atrás, evitaba abrazar niños ajenos. Definitivamente no lo hacía. Ayer apoyé a una familia con su niña que estaba inquieta. Después alguien me dio las gracias por la ayuda. Pero fue hasta hoy, que recordé el agradecimiento. Y ….. pensé “no que no te gusta abrazar niños de otras personas” sonreí y dije. Qué pasó?
Herlinda,
La energía de la gratitud te permite tener resultados maravillosos, sobre todo cuando apoyamos a los demás, “El que no vive para servir, no sirve para vivir”, compartir con los demás te lleva a la dimensión de la prosperidad, del “Dar”
Gracias maestro Gil por su incansable trabajo, para que seamos íntegros en nuestra estancia por este hermoso laberinto,
llamada vida!
Muchas Gracias, Bernardino,
agradezco tu valioso comentario, deseo que siempre tenga la oportunidad de apoyarte, saludos y bendiciones.
Estoy muy agradecida con usted Couch Gilbérto y con todo su equipo porq Gracias a ustedes me es posible reflexionar sobre los cambios q he realizado en mi vida! Gracias por la aportación en los comentarios de los compañeros del grupo, pues con algunos me identifico. Hoy mi olla está llena de agradecimiento, trabajo en llenarla de alegría, de amor, de paz y así mismo la comparto con los q me rodean….. Gracias! Gracias! Gracias!
Gracias Mary, a llenar cada día mas tu olla de bienestar y felicidad, la llave, la Gratitud!!!